La organización Mujeres Libres fue una pionera en la lucha por la emancipación de las mujeres desde una perspectiva anarcofeminista. Fundada en 1936 por Lucía Sánchez Saornil, Amparo Poch y Gascón, y Mercedes Comaposada, Mujeres Libres se organizó como un grupo autónomo dentro del movimiento libertario, que consideraba esencial el doble objetivo de la revolución social y la liberación de las mujeres. Para ellas, la opresión de género era inseparable de la explotación de clase, y no podía haber una auténtica transformación social sin erradicar las desigualdades en todos los aspectos de la vida de las mujeres: en la educación, el trabajo, la familia y las relaciones personales y sexuales.
Ochenta años después de su creación, aunque ha habido avances significativos en términos de acceso de las mujeres a la educación y la obtención de ciertos derechos legales en España, muchas de las cuestiones que las Mujeres Libres denunciaron siguen sin resolverse plenamente. La incorporación al mundo laboral de las mujeres no ha llevado a una igualdad real en términos de condiciones de trabajo o reconocimiento, y las relaciones sociales y familiares siguen estructuradas en gran medida por una lógica patriarcal que perpetúa desigualdades. A pesar de los cambios, la dominación patriarcal que denunció Mujeres Libres continúa presente, reflejando cómo muchas de las reivindicaciones de la época siguen siendo relevantes hoy en día.
Mujeres Libres no solo fue importante por su papel histórico, sino también por su legado conceptual, que sigue sirviendo de inspiración para los movimientos feministas actuales. La crítica que plantearon sobre la invisibilización de las mujeres en las luchas sociales y la necesidad de crear espacios autónomos para abordar la opresión de género resuena con muchas de las luchas contemporáneas por la igualdad de género y la justicia social.