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Teoría y crítica // Theory and critics
Capitán Swing Libros
Como editores creemos que, para comprender la situación actual, es necesario un análisis riguroso de las relaciones políticas y sociales del pasado y del presente. La principal labor de Capitán Swing es, por un lado, recuperar obras nucleares del pensamiento que a menudo han caído en el olvido o están descatalogadas y, por otro, descubrir nuevas obras que abran debates sobre los principales temas de nuestro tiempo: política, medio ambiente, economía, conflictos sociales, desigualdad, comunicación, ciencia, historia… Nuestros libros abarcan cualquier tema que facilite una mayor comprensión de la cambiante y compleja realidad que conforma nuestro día a día.
As publishers, we believe that to understand the current situation, a rigorous analysis of past and present political and social relationships is necessary. The primary role of Capitán Swing is, on one hand, to revive key works of thought that have often fallen into obscurity or are out of print, and on the other, to discover new works that spark debates on the main issues of our time: politics, the environment, economics, social conflicts, inequality, communication, science, history… Our books cover any topic that helps to provide a deeper understanding of the changing and complex reality that shapes our daily lives.
Llamamos «malismo» al antiintuitivo mecanismo propagandístico que consiste en la ostentación pública de acciones o deseos tradicionalmente reprobables con la finalidad de conseguir un beneficio social, electoral o comercial. Quizás sea en política donde este fenómeno asentado en la última década en Occidente resulta más llamativo. Una representante pública entiende la destrucción de las infraviviendas de las personas sin hogar como un acto autopromocional. Otra aumenta su aceptación popular tras calificar de «mantenidos subvencionados» a los desfavorecidos afectados por una pandemia. Un alcalde se jacta de que no hará nada en absoluto por aquellos estudiantes y trabajadores que no pueden acceder a una vivienda digna en la ciudad que gestiona. Insultar a alguna minoría o mostrarse agresivamente contrario a consensos de mínimos como la justicia social o la Agenda 2030 es hoy en día tendencia en la propaganda política. Pero el malismo está también muy presente en cualquier forma de comunicación a pequeña o gran escala. Los bares de moda ostentan nombres canallitas. En los concursos de televisión son bien recibidas las figuras de poder que humillan a sus concursantes. El nuevo cristianismo neopentecostal que triunfa en nuestros barrios no es ya una religión de amor sino una de odio al diferente. Soldados sionistas difunden con orgullo pruebas audiovisuales de sus propios crímenes de guerra. Lo malote ha dejado de ser solo un sistema ingenioso para vender el producto musical de un grupo de jóvenes punks de barrio o un vídeojuego gamberro. Es una eficiente fórmula publicitaria que ya no se dirige contra los poderosos, sino que es una herramienta de estos.
We call «malismo» the counterintuitive propaganda mechanism that involves the public display of traditionally reprehensible actions or desires in order to gain social, electoral, or commercial advantage. Perhaps it is in politics where this phenomenon, which has become entrenched over the past decade in the West, is most striking. A public official views the destruction of homeless shelters as a self-promotional act. Another increases her popularity after labelling disadvantaged people affected by a pandemic as «subsidised freeloaders.» A mayor boasts about doing nothing at all for students and workers who are unable to access decent housing in the city he manages. Insulting minorities or aggressively opposing basic consensuses like social justice or the 2030 Agenda is now a trend in political propaganda. But malismo is also present in all forms of communication, both large and small. Trendy bars adopt cheeky names. In TV competitions, figures of authority who humiliate contestants are well-received. The new neopentecostal Christianity flourishing in our neighbourhoods is no longer a religion of love but of hatred towards those who are different. Zionist soldiers proudly disseminate audiovisual evidence of their own war crimes. The «bad boy» image is no longer just a clever system for marketing the music of a neighbourhood punk band or a cheeky video game. It is an efficient advertising formula that no longer targets the powerful but instead becomes a tool of theirs.